Carta a una señorita en Santo.

Te recuerdo, una vez más, que no tenía interés alguno en ser tu amigo. Quise ser tu amante, en toda la extensión de la palabra, del pensamiento y del deseo. Sabías bien que tu esposo no te hacía feliz, me lo dijiste entre pitos y copas, entre colillas de cigarrillos y el aroma del splash que usas para intentar aplacar el olor de los mismos. Te atemorizaba la frontalidad con la que te hablo, con la que aseveraba que quería ser mucho más de lo que otros han sido en tu vida. La última vez que nos vimos, tú estabas tan radiante y feliz hasta que soltaste lo que habías querido decirme hace unas horas.

-No creo que pueda dejar a Mateo -dices en un falso intento de honestidad- Hemos estado juntos desde segundo curso, sé que él es el amor de mi vida.
-¿Entonces por qué estás en mi cama, abrazándome y besándome como si él no existiera?
-Él no existe aquí, en este recodo de espacio y tiempo, solo estamos tú y yo -tomas mi mano y la pones alrededor de tu cadera- Como tampoco existe Rosalía aquí.
-Touche.

Rosalía fue la salida más sencilla que pude haber tenido, una especie de bote salvavidas que me rescató de la soledad de los treintas. A esta edad es algo complicado comenzar algo que no posea vestigios de todo lo anterior que se vivió. Ella no era nada nuevo pero aportaba cierto balance emocional que sólo me había sido imposible completar. Sé que en este momento ella está trabajando, lo cual me deja un poco tranquilo.

-Esa vez que nos vimos -retomas la conversación luego de un breve silencio- La primera vez que nos encontramos, tú me pareciste todo lo que Mateo no era. Eras divertido, sereno y confiable. No te guardabas nada y tu manera de amar era tan diferente a la de todos los hombres a los que había conocido.
-Si fue así ¿Por qué partiste?
-Porque dejaste de serlo -te sientas en el borde de la cama y tomas un cigarrillo- en parte tengo la culpa, llegué a ti con capítulos sin cerrar y problemas que resolver. Tú estabas tan ocupado en encontrarte que me dejaste abandonada.
-Y no te quedó mas que regresar a los brazos de Mateo, ¿No?

Afirmas moviendo la cabeza mientras enciendes el cigarrillo.

-No era lo que quería, era lo que había. Él me abrió las puertas de su departamento, sabes bien que dormí ahí, viví con él ahí. Fue nuestra cueva. Perdoné el hecho de que haya roto algunas de mis camisas favoritas y que me haya sacado de la casa. Él me perdonó haberme acostado contigo.

Regresamos a lo mismo, al pasado, a ver esos pequeños detalles que todo tienen que ver con el ahora pero que no son necesarios ya que están implícitos. Ella, en ese entonces, quería estabilidad, la estabilidad que tengo ahora.

-Cuando me enteré que te habías casado, me sentí aliviada por ti ¿Sabes? -exhalas humo- Pensé, wow al fin encontró a alguien capaz de soportar todas sus cosas. Fue duro, yo quise ser esa persona mientras estábamos juntos pero tu nunca me dejaste.
-Sé que no te dejé, buscaba alguien diáfano y capaz de hablarme con seriedad. En ese entonces no notaba nada de eso, hasta que me enteré de lo de Mateo y el tipo que te compraba ropa.
-Ese era el otro Mateo, el de Santo.
-Ya veo

Miro el reloj, tengo que estar en el aeropuerto en 1 hora y el trayecto desde el hotel hasta Tababela es espeluznante. Comienzo a arreglar todo. Ella me mira desde la cama, enciende otro cigarrillo.

-¿Cuándo es que dejaremos estas casas de naipes? -me preguntas.
-Cuando te decidas, cuando estés dispuesta, Kath.
-Siempre lo estoy, tú esperas a que yo de el primer paso para reaccionar frente a eso.

No era eso, luego de tanto tiempo aún me cuesta creer en ti. Se me dificulta bastante. Me acerco a ti para decirte.

-Yo dejé a Rosalía hace una semana.

Al escucharme enmudeces. Jamás pensaste que daría el primer paso, pues lo hice, al venir acá a verte.

-Ahora tú tienes que dar el paso.

No dices nada, no tienes nada que decir. Salgo de la habitación, ni siquiera te despides. Sabía muy bien que haber dejado a Rosalía me llevaría a la locura pero lo bueno es que no tendrás la culpa de que, cuando encuentren mi cuerpo inerte, lleguen a relacionarte conmigo, Kath. Ten una buena vida.

Atentamente,

Jocavi


Comentarios

  1. ¿Hasta cuando jugaras el papel de victima como lo haces con todas las personas que te han rechazado o se han cansado de ti?

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    1. Si haces alguna pregunta ten al menos la decencia de poner quien eres. Pero tranquil@ puedo hacerme un idea.

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