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Nada usual pasaba en mi vida hasta que vi a Maryam Anderson. Creo que fue en enero cuando al fin pude descansar de la tediosa atmósfera que la universidad tenía, si, estoy seguro de que fue eso y el cadáver que encontraron en el baño de hombres, el del segundo piso. Casi nunca siento asco por este tipo de cosas, quizás hasta me gustan. Todo esto se debe a la tolerancia que innecesariamente desarrollé en la escuela de medicina. Comer una Big Mac mientras te enseñan anatomía es una manera muy sana de desarrollar tolerancia. Aunque esa tolerancia no la desarrollas totalmente en ese momento, no, no, para poder hacerlo primero tienes que ser muy disciplinado y segundo tienes que aprender a abstraerte de lo que te rodea. Recuerdo que aprendía a abstraerme a los 9 años cuando mis padres peleaban a una pared de distancia de mi. Usaban todo tipo de calificativos y muchas veces las cosas salían volando de un lado para el otro. Hasta este momento no estoy seguro si mi madre tenía mala puntería o...