Salvación

Todo marchaba bien pero las luces solo iluminaban en azul, rojo y amarillo. Los ventiladores del techo soplaban gélidas ventiscas de desesperanza y el humo del cigarrillo impregnaba todo de un triste gris pálido e intangible. La gente cantaba desgarrándose la garganta en un vano intento de ser escuchados por el altísimo mientras los acordes eléctricos se escapaban por la ventanas de madera y metal, el murmullo de los que conversaban no dejaba que el señor que estaba frente a mi se comunicara con facilidad. Sobre su pecho colgaba una gran estrella de plata, llana y sin elaborados diseños sobre ella. Estaba tan pulida que podía verme dentro de ella. Las cartas estaban sobre la mesa y mi cigarrillo estaba por la mitad. Las manos de mi interlocutor estaban arrugadas como pasas y sobre se cabeza una delgada capa de nieve se extendía. Sus ojos iban de una lado para el otro, moviéndose agitados y acelerados buscando algo entre las cartas. Finalmente me dijo.

-Mira, hay varias fuerzas que se están debatiendo a duelo mientras vas por la vida, como con todos, sin embargo en ti el bien tiende a ganar siempre.

Guardé silencio mientras me volcaba en un intento de recuerdo todo a lo que él hacía referencia. Y era verdad. Centenares de veces me vi salvado y aliviado, aunque intranquilo durante ciertas esperas, me mantenía sereno, como si mis actos ya estuvieran premeditados o escritos por una entidad mayor. Pongamos que es Dios quien ha cuidado cada uno de mis pasos pero al mismo tiempo pueden ser Gannesh, Budda u Odin. Mientras mantenía mi mente en diferentes puntos del pasado, mientras recapitulaba centenares de escenas que mi recuerdo permitía no pude evitar pensar en el ahora al que me enfrento. Un ahora que requiere las sumas exactas de mi pasado para impedir que ciertos números se repitan.

-Si, extiende tu mano izquierda -obedecí.

Aquel señor examinaba la palma de mi mano con paciencia, como un cartógrafo intentando descifrar los diferentes enigmas que pudieran estar escondidos.

-Según lo que leo, tienes cierta facilidad con las letras pero tienes un gran problema, la palabra hablada te jode. Es algo común en alguien de tu edad. Uno aprende a cerrar la boca cuando llega al cuarto round. Pero si, procura pensar un poco antes de hablar. Todo lo demás está bien. Déjame ver el amor.

Rápidamente tomó las cartas, las barajó como antes lo había hecho y me pidió que sacará una carta
entonces ella se acercó en el mismo instante en que la carta del Ángel con Trombón hacía su aparición triunfante. El señor me dijo algo de la salvación pero yo ya sabía que la salvación colgaba en su sonrisa, una sonrisa que intentaba pasar desapercibida como si algo tan hermoso pueda quedar oculto entre las personas, como si toda la belleza no pudiera tomar un concepto somático de quien es realmente esta persona. No es posible tapar el sol con un dedo, no es posible tapar la felicidad con el silencio. Supo el señor que su cometido había sido cumplido, como si yo no hubiese podido leer en el guión que su deidad le había dado los renglones que él tenía preparado para algo que ya sabía.

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