Creo que comienzo a perder la cordura. Mientras duermes y tu semblante proyecta comodidad yo me sumerjo en lo terrible del pasado. No en el pasado inmediato de cosas que no van más allá del ayer sino en los días posteriores a esos, los meses y los años. Hace casi 8 meses que te conozco y sé que cada parte de ti irradia atención, que las luces de los reflectores se posen sobre ti y aunque no tengas nada bueno que decir, porque generalmente lo que dices es una reiteración de lo que le cuentas a los cuatro vientos para recibir la misma respuesta de aquellos, tu aplomo te hace anhelar esos aplausos y esos besos lanzados que llueven por doquier. Realmente no me molesta tu histrionismo, quizás es lo único que me gusta de ti, sino que me da algo de risa ya que es el mismo el que te ha metido en los problemas de los que ahora cosechas frutos. Sé muy bien que quisieras haber comenzado algo con alguien que no soy yo, alguien prudente y cautivante pero bendita sea mi paranoia y mi astucia las q...
Te recuerdo, una vez más, que no tenía interés alguno en ser tu amigo. Quise ser tu amante, en toda la extensión de la palabra, del pensamiento y del deseo. Sabías bien que tu esposo no te hacía feliz, me lo dijiste entre pitos y copas, entre colillas de cigarrillos y el aroma del splash que usas para intentar aplacar el olor de los mismos. Te atemorizaba la frontalidad con la que te hablo, con la que aseveraba que quería ser mucho más de lo que otros han sido en tu vida. La última vez que nos vimos, tú estabas tan radiante y feliz hasta que soltaste lo que habías querido decirme hace unas horas. -No creo que pueda dejar a Mateo -dices en un falso intento de honestidad- Hemos estado juntos desde segundo curso, sé que él es el amor de mi vida. -¿Entonces por qué estás en mi cama, abrazándome y besándome como si él no existiera? -Él no existe aquí, en este recodo de espacio y tiempo, solo estamos tú y yo -tomas mi mano y la pones alrededor de tu cadera- Como tampoco existe Rosalía aq...
No quiero seguir aquí. Lo intenté, lo juro pero mi paranoia ganó Y tú no estás lista para afrontar eso verdad, ¿Negra? Negra, ¿te acuerdas la vez que sentados en ese sofa de cuerina, me contaste lo asqueroso que sería un recuentro con el pasado? ¿Cómo seguir después de tu contradicción? Lo peor es que comprendo la razón soy culpable de cada herida, cada desatención cada desamor dentro de mi cabeza las golondrinas dejaron de anidar. Perdóname por eso, negra. Negro, siempre fue tuya. desde mi llegada y durante mi estadia cada grieta anhelaba tu toque cada espacio esperaba tu ser cada mirada se encendía por ti Negra, ¿Le dijiste que nada de lo que hice o pude llegar a hacer serviría para que lo olvidaras? Bastante injusto no lo crees, ¿Negro? Pero Negro, no sé por qué te hablo no sé por que te escribo Será acaso gratitud que vengas a reclamar lo que siempre fue tuyo o es acaso mi resignación que me impide luchar. Agradezco el tiempo que me diste, Negra s...
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