Art (Cambia, no Todo Cambia parte III)

La cantina comenzó a silbar desesperada. Jirones de insurgentes nubes intentaban existir pero se disipaban al salir de la boquilla. Del largo corredor emanaron pasos acelerados y fuertes que retumbaban en las paredes. Art llegó a la cocina, llevaba una camisa azul y larga, debajo un short blanco. Se dirigió hacia la cantina y giró la perilla apagando el fuego. Buscó en la lacena dos tazas anchas, el tarro de café estaba sobre el mesón, traslado las tazas cerca del tarro. Esto era una especie de ritual que había perfeccionado con los años. Puso dos cucharadas de café en cada taza y algo menos que una pizca de azúcar en ambas. Cuando comenzó a verter el agua hirviendo en la segunda taza escucho pasos.  Este grupo de pasos era mas parsimonioso, mas débil como el latido de un corazón en mal estado que se niega a desaparecer.
-¿Qué haces de pie? -preguntó inquisitiva Art.
No hubo respuesta.
-Te va a hacer mal -advirtió Art.
Los pasos seguían.
Lo vio pasar como un espectro cubierto por una sábana azul y por su manera de caminar parecía un fantasma encadenado, perfecta elucubración. Levantó su mirada y le sonrió. Art respondió imitando el gesto y dejó que siguiera su camino mientras ella terminaba de preparar el café. Escuchó el arrastre de una silla, una ligera queja y luego el silencio. Tomó de las orejas ambas tazas y se dirigió a la sala. Apenas podía distinguir a Janus en la penumbra del lugar. Janus había arrastrado la silla hasta el alto ventanal de la sala y miraba la calle.
- Lloverá -dijo Janus en voz baja.
-¿Estas seguro? -preguntó Art.
- Si, lo siento en la nariz.-respondió Janus.
Art le alcanzó el café.
-¡Esta hirviendo! -exclamó Janus
-Pues sopla -respondió Art.
Janus obedeció. Comenzó a soplar despacio. Las primeras gotas oscurecieron la calle y casi al instante un torrencial cayó.
-Después de todo regresaste -dijo Janus.
Art guardó silencio. Estaba sumida en el café y los ojos de Tot la miraron desde el fondo de la taza.
-Se que regresaste a cuidarme -respondió Janu- pero eso durara hasta que Lina regrese a casa.
-Si -respondió Art.- es momentáneo, hasta que Lina llegué.
-Entiendo

Siguieron en silencio. Art pensaba en las posibles maneras en que Tot hubiera seguido con la conversación. Lo conocía tan bien. Hubiera preguntado en qué es lo menos que piensas cuando llueve, o el por qué de la turbulencia y con esa ultima pregunta hubiera captado su atención. Ahí se sentía como Prometeo, encadenada al Cáucaso y el silencio era esa águila que deglutía sus vísceras. Pensó entablar una conversación con Janus sobre cualquier cosa pero la pared estaba construida y cimentada. ¿Por qué estaba ahí entonces? Era sencillo, el ultimo deseo de Janus, luego de que Bastis se fue con Efesto, era que en sus últimos momentos ella lo cuidara. Como amiga no tenía otra opción. Este Janus no era ni el que ella conoció en un remoto principio ni en los mas desiguales caminos que vivieron durante largo tiempo. Era el Janus que dejó de mirar, que simplemente cerró los ojos y se dejo convencer por la rutina y la poca razón. El Janus que estaba ahí era solo un cascarón.

-¿Por qué dejaste ir a Bastis? -preguntó finalmente Art.
Janus lo meditó. Hasta cierto punto Bastis fue la salvadora de su salvadora. Pero no solo eso, Janus creció bastante en ambos periodos. Se sentía mas crítico, mas pensativo, mas cauto. Era como si hubiera evolucionado para él. Con el tiempo Bastis entendió eso, Janus no pudo abrirse a nadie como lo había hecho con Art. También sentía celos de la cantidad de historias que Janus creó para ella. Era ella, siempre fue ella. Entonces, una noche Bastis lo dejó. La sorpresa para Janus no fue grande, había aprendido a vivir solo, sabía como cuidarse. Por primera vez estaba decidido a todo, a ser y a no volver a ser. Tuvo una que otra amante pero nunca tuvo un camino serio. Lina muchas veces le reclamó por la disolución del matrimonio.

-Al final de todo, nunca serví para eso, eso de compartir una vida juntos. De ti aprendí el egoísmo: primero yo, segundo yo, tercero yo. Pocas personas lo entienden, otras simplemente se acostumbran y varias huyen. -Janus tomó su café, no se quemó- La dejé ir porque nunca fue feliz conmigo, tu sabes que apenas nos habíamos conocido cuando supimos de Lina. Siempre pro vida me ancle por ella, por su futuro. Mírala ahora, toda una doctora.. Quien diría que ciertas historias mías marcaron varias vidas incluyéndola. No le pedí que se quede porque sabía que con Efesto estaría bien, es un hombre cálido y sabio. Yo soy un hijo de Skadi, tu la conociste.
-Si pero -Art se detuvo- pero ¿Por qué a mi?
-Porque siempre fuiste tú. Aunque mi interés por mantener una conversación o comenzar una no haya surtido efecto centenares de veces. Orquesté este final, Art. Estuve varios pasos delante de ti. Todo lo calcule de manera precisa, fue mi otro rostro, el que ve al futuro. Sabía como hacer para que Tot entrara a tu vida, como hacer para que te dieras cuenta de los pro y los contra, de los motivos, de las sonrisas que comenzaban a nacer en ti. Sabía hasta donde llegarías y hasta donde me amarías. Supe todo, sin saberlo. Este rostro es del pasado, donde aun te veo a mi lado. -bebió un poco de café y siguió- Supe que cara poner, como actuar, como no entender. A la larga te fuiste y fue por tu bien. Ya estoy viejo Art, prometo no retenerte más.

Art quiso decir algo pero Janus siguió mirando la lluvia. ¿De verdad lo amaba? Si amar implica tener una conexión con alguien, definitivamente la tenía con Tot y Tot la entendía a la perfección, por lo tanto, se amaban. Pero entonces,  ¿Qué hacía ahí? Por mas de que la respuesta fuera un "es un gran amigo" no era suficiente. Irónicamente pensó en eso que creía cuando era pequeña "con quien comience una relación, con esa persona estaré toda la vida" pero no estaba especificado de quien era la vida ni la manera de permanecer. Simplemente "estará toda la vida". Entonces entendió que en aquella niñería había algo de magia, como la magia que tiene la lluvia para hacer desaparecer a las personas de la calle. Que aparte de magia había una gran verdad, se miró junto a Janus y entendió, que todo lo que vivieron juntos fue para prepararse, que todo lo que vivieron lejos fue para crecer mas de lo que se imaginaban y que todo lo que aprendió en ese instante era para entender todo lo que aprendió en esas etapas. Esta vez sonrió amargamente porque la realidad no le gustaba e irremediablemente volvió a pensar en Tot y su tonta teoría del destino. Con Janus estaría toda la vida, pero Tot estaría toda la vida de él con ella. Art dejó escapar un par de lagrimas.

-Al fin lo entendiste -dijo Janus- lo entendí mucho antes de Bastis, lo entendí cuando te vi con Tot en aquel bar. Sigues siendo lenta.
-Idiota -le respondió Art secándose las lagrimas.
-Par de idiotas.
-Trio de idiotas.
Ambos rieron como verdaderos idiotas que luego de tanto tiempo entienden un chiste.


Janus murió una mañana de ese diciembre, el cielo estaba perfecto para un picnic. Lina telefoneó a todos los familiares, los familiares telefonearon a los amigos, los amigos a muchos otros mas y entre ellos no estaba Art. Art lo supo mientras estaba con Tot en la cama, sintió un escalofrío que le recorrió la espalda desnuda y se detuvo. Tuvo unas ganas incontrolables de llorar. Y Tot la abrazó. La noche del velorio el lugar estaba atestado de gente. Parecía que había fallecido algún alto funcionario por la cantidad de personas ahí concentradas pero la gran diferencia era que estaban ahí por una irrefutable convicción: despedir a un gran profesor. Al ver esto Art lloró, no como cuando sintió la perdida de Janus sino de felicidad porque de todas las salas de velación en el edificio esta era la que mas alegría le traía.

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