Art y Janus ("Cambia, no todo cambia" parte I)

-¿Cuando fue la ultima vez que vi a la pequeña?
-Creo que hace mas de 6 años. La he llenado de libros.
-Como debe ser
-Como tiene que ser, es increíble las decisiones que uno toma cuando se pone un atuendo de padre.
-Tengo que reconocer que has cambiado, tienes un semblante lleno de ojeras y un par de canas asoman sobre tus orejas. Tienes ese tono de voz tan característico de padre chocho y a la vez de alguien que aun tiene miedo. Todavía eres esa mezcla absurda de lo certero con lo incierto. La barba ya se ha espesado, Janus.
-¿Sera? Si, me siento diferente. Mis pulmones se hinchan más, mi mirada se agudiza. -respondió Janus- Es estar en alerta siempre aunque Lina sea una chica introvertida. Entenderás que el cuidado y la atención de parte de Bastis y mía es perpetua.
-Por lo mismo aquello no es para mi
-La hubieras visto un día, Art, sobre su cama erigió una especie de fuerte con almohadas y sabanas, en el centro estaba ella leyendo Harry Potter y la Cámara de los Secretos con una linterna mía tan tranquila, tan feliz -dijo Janus con una sonrisa en el rostro
-De seguro todo un espectáculo -respondió Art a medida que tomaba un poco de café- Te noto feliz.

Ambos guardaron silencio mientras el café se llenaba de gente. Daban las 7 de la noche, hora pico para el Sweet and Coffee de Urdesa central. Hace unos minutos la música ambiental era una versión en Bossa Nova de "Satisfaction"; ahora era un lejano murmullo entre las solidas voces de la gente en aquella tertulia de miércoles. Llegó un dependiente con el Café Baileys que Janus se pidió. No ordeno cuando Art lo había hecho, pensó que ciertos placeres se los disfruta mejor aplazados. Luego de una hora de platica, entre risa y risa, recordó el café. Entonces llegó a la conclusión de que hay ciertos placeres que saben mejor acompañados por otros. El silencio entre ellos duro poco pero antes de hablar Janus notó cierta sonrisa fantasma en los labios de Art que miraba el celular, cierto dejo emocional que lo alegro también.
-¿Tot?-preguntó Janus.
-Si -respondió Art con una sonrisa- Esta en Quito firmando un contrato. Todo salió bien.
-¡Qué bueno! Felicidades a Tot.
-No aparentes una felicidad que no hay.
-Claro que la hay -respondió Janus con una sonrisa-Sabes que Tot me agrada.
-Ahora -recalcó Art- antes imaginabas centenares de escenarios absurdos.

Janus propició una carcajada que unos minutos antes hubieran redirigido la mirada de la gente en ellos, esta vez pocas personas estiraron el cuello. El motivo de la risa de Janus se debía al hecho de que aun, luego de 10 años, seguía sintiendo vergüenza.

-Si, clarooo -dijo sonrojado- tienes toda la razón. Eran escenarios absurdos y la realidad en ese momento era diáfana.
-¿Ves? Yo siempre fui diáfana -respondió Art.
-A ver -reclamó Janus- Un par de veces, quizás contadas, no; te tornaste en una densa neblina que ambiguamente escondía y dejaba ver el camino.
-Perks of being a woman.

Volvieron a reír. Tenían esas bromas internas que muchas veces molestaban a Tot y a Bastis quienes se incomodaban en un principio. Tot fue el mas dúctil en ese aspecto; en entender aquellos chistes que Art también había hecho parte de ellos mientras que Janus falló en el intento. En el mismo principio, Janus seguía consumido por la fuerza demoledora que fue Art en su vida, Bastis sentía celos, como muchas veces suele suceder y fue esa pared que ella se encargo de levantar lo que impidió aquello. Poco a poco Janus, con una paciencia que excedía las expectativas de Bastis, fue sacando los ladrillos.

-¿Cuantos años tiene Lina? -preguntó Art.
- Cumplió 8 el mes pasado -respondió Janus
-¿Cómo se lo celebraste este año?
-Bueno, ya que lo preguntas, desde que leyó Harry Potter, cree que pertenece a Gryffindor. He intentado darle los libros uno por año, para mantener la magia, tu sabes. Pero bueno, una prima de Bastis hace tortas a pedido, con diseños y todo. Le dijimos que nos hiciera una con los colores de esa casa y el león. Y obviamente los atuendos, las varitas, las bufandas, para esta temporada del año donde el frío molesta más...

Mientras Janus hablaba, Art podía ver como sus ojos se llenaban de alegría, no autosugestionada si no una alegría absoluta, incluso cuando le dijo con una cara de dolor que estaba endeudado esta vida y la siguiente. Lo miró, no como normalmente miraba a Tot, con interés y atención, lo miró escondiendo un gesto de estar absorta, metida entre esas pupilas que alguna vez la miraron como la diosa Artemisa, de ahí su diminutivo Art. Janus fue el que comenzó con el hecho de que era una especie de arte abstracto, un accidente bajo control; que como arte también tenia la facultad de Calíope que por años ejerció. Lo miró y los ojos de Art brillaban como tuvo que haber brillado el escudo de Perseo cuando busco a la gorgona, en ese brillo estaba el miedo a la muerte, y se vio morir centenares de veces y se vio convertida en piedra infinidad de momentos y luego recordó, si, recordó aquella promesa de amigos que se hicieron 15 años atrás. Y no se arrepintió. La facultad mas apelativa de Art era su capacidad de dividir su manera de sentir: por un lado estaba Tot con quien tenía una vida asombrosa de crecimiento continuo, de esparcimiento total, de soltura, de sonidos en silencio, de reflexión y cuestionamiento concreto; y del otro lado estaba Janus con esa barba espesa, esa cara de perdido que tanto disfrutaba, esas facciones que conocía plenamente, esa liberación de dopamina sin control que fluía a cantaros, no se sentía ella. Era él, siempre fue él. Y unas ganas de abrazarlos como antes se apoderaron de ella pero siempre fue bastante tajante con eso: Tot era el cuarto verde; Janus el azul. Uno eran las caricias y besos, risas y emociones y el otro era de calor fraternal de un amigo de antaño. Mientras Janus seguía haciéndola participe de aquel cumpleaños, ella hacía una tregua con aquel lado. Su café se terminó y este le decía que la hora de levantarse y partir había llegado. Entonces en su cabeza la Negra cantaba, aquello tenía que morir. Esperó a que la voz de Janus se apagara, aprovechó el momento cuando Janus bebía el último sorbo de café y se adelantó.

-No diré que no disfrute la conversación y la manera tan tuya de hacerme participe de aquellas cosas. Te agradezco el gesto -Art se puso de pie, busco en su bolso las llaves del carro y se despidió con un roce de mejillas y un abrazo.- Hasta el próximo año, Janus.
-Hasta el próximo año, Artemisa.

Y salió, a seguir viviendo su vida como una mortal más.
Mi razón no pide piedad,
se dispone a partir,
No le temo a la muerte ritual,
sólo dormir, verme borrar

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