Escatología

La luz caía sobre ambos seres que se miraban con extrema intensidad, con deseo y repudio, con altivez y humildad. Ambos querían correr hacia el otro, dejar a un lado ese delgado espacio negro que los dividía. Guardaban silencio. Él sabia de sobra que siempre a sus invitaciones recibiría un "no" por respuesta; ella sabía de largo que a cada comentario habría un "¿Es en serio?" que la paralizaba. Muy a pesar de esta mala comunicación ambos intentaron expandir el tiempo de vida de algo que caducaría en poco tiempo. Existe una gran posibilidad de que la luz que los baña y permite que ambos se vean poco a poco se extinga, se acabe.

Se siguen mirando, se acarician con la mirada, se golpean con la mirada, se insultan y aman con los ojos pero no se mueven. Ella lleva puesta una sonrisa de sinceridad macabra, de vencedora, de seguridad. Él la mira con cierta suplica, con cierto empeño, con deliberada astucia.

Él toma su guitarra, en un intento funesto de reavivar el fuego que alguna vez fue; ella lo mira, solo lo mira, con el primer acorde ella enroca el interés que podría ser fatal para ella; él ya no se desespera y solo sigue tocando. Ella cambia la postura, cruza sus brazos pero la intensidad de su mirada se mantiene perpetuando algo que no sabe que es. Él se toma el tiempo para encender un cigarrillo y el fino humo esconde las facciones que fueron conquistadas.

Y ese sera su cielo y su infierno, sus campos Elíseos y su Averno, su Valhalla y su Hel.

Él tira la guitarra y ella bosqueja una sonrisa de otro tiempo,
pero no se tocan.

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