VIR #2

La niebla del Pantano de las Sombras parecía congelada en el tiempo, el viento soplaba sin moverla, las ramas danzaban de un lado por el otro y esta neblina no se disipaba. La maldición que acaecía aquella zona no era mas que el resultado de los incontables cadáveres que yacían en lo profundo del pantano. Los códices relatan que aquella zona fue el escenario de la ultima guerra de Reyes, 4 armadas se enfrentaron en ese lugar hace cientos de años y la cantidad de muertos fue tan grande que aun la tierra no termina de descomponerlos. Este pantano se extendía unos 36 kilómetros a la redonda, el camino principal había sido seccionado por las gruesas y negruzcas ramas de los arboles que ahí crecían, arboles torcidos que entreveraban sus ramas formando porciones pequeñas de techo natural. Los arboles carecían de follaje, eran simples troncos vacíos que no albergaban vida, no había flores, el suelo estaba cubierto de un pasto color mostaza que nunca envejecía. La mayor parte del años llovía a cantaros y un olor fétido se elevaba al firmamento. También habían pozos muy profundos donde se presumía que varios aventureros habían perdido sus vidas. Pero qué llevaba a las personas a aquel lugar. Había un pequeño atajo que conectaba dos puntos distantes dentro del trayecto del camino real, aquel recorrido ahorraba a los viajeros dos días de viaje. Aunque era un tramo que no todos querían recorrer. Los pocos sobrevivientes contaban historias que casi nadie creía, las mas conocida era la de un grupo de vasallos que por ordenes de su señor tuvieron que llevar un obsequio al alcalde de Valdolev, acortaron camino por el lado norte del pantano. Decidieron hacerlo por la mañana ya que todos temían las historias de aquel lugar. Al medio día agotados optaron por descansar una media hora uno de ellos avanzó unos cuantos metros para ver cuánto faltaba para salir del bosque, calculó unos quinientos metros, justo cuando se disponía a regresar cayó dentro de uno de aquellos pozos que la gente intenta evitar. Su versión de los hechos es que mientras el intentaba salir nadando con todas sus fuerzas, sentía manos que lo agarraban y lo intentaban regresar hacía el fondo del pozo. Sus amigos al escuchar aquel disonante escándalo corrieron en su auxilio. Fue una lucha sin recaudo, sacar a su amigo de las manos muertas que intentaban llevárselo para siempre. Todos los vasallos las vieron y todos contaron la historia tal como esta aquí escrita. El regalo para el alcalde sigue perdido entre los arboles del lugar. A las primeras horas del día varios caminantes vieron pasar a una menuda mujer que caminaba usando un cayado que en su extremo superior tenía incrustado un pedazo de cristal translucido. Llevaba un sombrero puntiagudo y una túnica roja que llegaba unos centímetros más abajo de sus rodillas. Se detuvo en el bar de Veldolav a pedir instrucciones y al medio día salió en dirección al Pantano. Muchos la tildaron de loca, otros estaban intrigados por aquel cayado con el que golpeaba el suelo eran estos quienes juraban haber visto pequeñas chispas cada vez que tocaba el piso. Aquella pequeña mujer se adentró al pantano sin miedo alguno, caminó hacía el norte. Caminó bastante tiempo hasta que el camino terminó en un amplio lago. Sin amilanarse, posó su pie sobre el agua y caminó tranquilamente. La lluvia intentó sorprenderla pero esta se evaporaba sin tocarla. Ya entrada la noche usó en su cristal un encantamiento para que pudiera emitir luz y no perderse. Finalmente llegó hasta una gruta que no figuraba en ningún mapa salvo el que ella sacó de su túnica.

-De acuerdo al mapa de Kev -dijo- este es el lugar.

Estiró el pergamino y efectivamente un puntito de color rojo, que la representaba a ella, se encontraba frente a una equis pintada de azul. El viento sopló con fuerza y a lo lejos pudo ver cinco pilares de luz dorada.

-¡Mierda, Gal se adelantó! -exclamó.

Dejó su cayado clavado en el agua y se acercó un poco a la gruta, juntó sus manos para comenzar el encantamiento pero antes de que pudiera emitir cualquier sonido una mano gigantesca salió del agua. Esta mano estaba formada por pedazos de cuerpos putrefactos, los dedos eran brazos que aun poseían sus manos y sus dedos, una segunda mano salió del agua generando más turbulencia y al instante un rostro enorme salió a la superficie. La cabeza estaba formada por varias cabezas y las hendiduras de los ojos estaban huecas, lo mismo el lugar de la nariz estaba totalmente vacío y una especie de boca se dibujó con los brazos de las personas entrelazados.

-¡Quién osa despertar a guardián de Gauf! -exclamó aquella bestia mientras caían en pedazos los restos de cadáveres que al instante eran reemplazados por otros más.

-Pues yo -exclamó la menuda mujer- Jacq

-Tú no eres bienvenida en este lugar -respondió aquel ser.

-Me han prohibido la entrada a mejores lugares y esta mierda es el lugar más horrible en el que he estado. Haste un favor un déjame pasar, me estas quitando tiempo.

El Golem enfurecido levantó su brazo derecho y lo lanzó directamente hacía Jacq. Un sonido ensordecedor quebró la quietud del lugar y la extremidad lanzada contra Jacq nunca pudo tocarla, una burbuja de cristal la protegía e impedía el contacto.

-Solo Raidkonen me puede tocar -dijo Jacq- Detesto razonar con los Golems, son unos pendejos.

El cayado se levantó del lugar donde Jacq lo había dejado e instantáneamente llegó a sus manos. Luego pronunció unas palabras en lengua antigua y el cristal se tornó de un rojo incandescente, del mismo salió un rayo que cercenó el brazo izquierdo del Golem. Torsos, brazos, piernas, caderas cayeron en pedazos al agua pero al instante el brazo comenzó a regenerarse.

-Ah, cierto olvidé ese pequeño detalle -acotó Jacq- mientras hayan cuerpos no dejaras de regenerarte.

Acercó el cristal hasta sus labios y suavemente dijo: "Supernova".
Un diminuto resplandor se generó en el centro del cristal acto seguido una esfera de fuego comenzó a crecer alrededor de Jacq. Los habitantes de Veldolav, a lo lejos, creyeron que ya había amanecido sin embargo aquel pequeño sol duró unos cuantos segundos para luego desaparecer en la profunda noche. De regreso al Pantano, el agua junto con el Golem y los cadáveres habían sido evaporados dejando una tierra árida y desierta. Volvió a ver la gruta, juntó sus manos haciendo un diamante y la gruta empezó a desarmarse pedazo por pedazo. Una puerta quedó en pie. Voló hasta ella y la abrió. Del otro lado habían dos personas batallando contra una legión de demonios, al ver la puerta abrirse exclamaron

-Recién hemos cerrado la puerta, ¿Por qué la vuelves a abrir Jacq? -gritó un hombre.
-Si recién nos despedimos de todos! -exclamó una mujer con una voz cantadita.
-Epsilon y Pau, o debería decir Oberon y Titania, Han pasado 300 años. Odin los necesita otra vez.

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