VIR #4

Raidkonnen fue el primero en caer de rodillas. Sus cuernos crecieron rápidamente, unos treinta centímetros de su cabeza hasta tomar la forma que tienen los carneros. Su cabello negro se mantuvo corto. Las uñas de sus manos se alargaron y afilaron instantáneamente. Sobre sus hombros se materializaron dos calaveras negras con un cuerno en cada hueso frontal. Los agujeros orbitales estaban delimitados con un borde plateado. Todo esto formaba parte de su chaqueta de cuero. Unas botas negras de caña alta reemplazaron las viejas sandalias. Sus pantalones eran sujetados por un estrella de cinco puntas que le servía de hebilla. Su barba se alargó unos centímetros mas. A su lado Fran acomodaba su larga cabellera ondulada, también arreglaba sus hombreras hechas de plumas azules y negras y de hojas secas. Estas hombreras se conectaban a su torso por unos hilos de oro cubiertos por ramas. En su pecho había una esmeralda con un brillo tenue. Sus piernas estaban cubiertas por una falda larga que a simple vista parecía un trapo ordinario pero viéndola de cerca esta brillaba con los colores del arcoiris. Ella siempre andaba descalza pero en verdad donde pisara siempre encontraría hojas húmedas para protegerla. Ella se sentó a mirara el horizonte. Manz fue el tercero en reaccionar rápido, miró en todas direcciones, observó cada detalla del lugar y volvió su mirada a sus compañeros. Manz tenía una cabellera bastante larga, el lado derecho presentaba una mancha blanca mientras el izquierdo era café claro. Estaba sin camisa y en su espalda una guitarra estaba sostenida por una cuerda de cuero que cruzaba el pecho de izquierda a derecha. La guitarra cubría sus tatuajes. Tenía un pantalón ceñido al cuerpo que era de colores: el muslo derecho era azul, la rodilla morada y las canilla celeste; el muslo izquierdo era amarillo, la rodilla verde y la canilla verde. Sus zapatos eran de cuero y tenían el mismo color que sus canillas. En su cintura tenía varias esferas pequeñas, como canicas. Cada una poseía un instrumento diferente y entre ellas había una que tenía su casa. Kathe cayó de cara contra la fría superficie del templo. Sus seis alas multicolores, las cuales se dividían en un par de dragón, dos pares de mariposa, comenzaron a revolotear sacudiendo todo fragmento de polvo que quedaba en ellas. Se puso de pie y las alas de dragón cubrieron sus hombros, su pecho estaba protegido por una cota de mallas hechas de mitrilo blanco. Su mano derecha era tersa y suave, pequeña y delicada, en la muñeca portaba un fino brazalete que tenía un rubí. En cambio su mano derecha era tosca y estaba cubierta por escamas verdes las cuales llegaban hasta el hombro para luego difuminarse con la piel. Las garras de esta mano podían fácilmente abrir cualquier obstáculo como un cuchillo en mantequilla. Vestía una falda compuesta de jirones de tela morada que no compartían la misma longitud. A veces su cola crecía para pelear con Raidkonnen, esta era del mismo verde que su mano izquierda y la punta se abría como un abanico. Desde la planta de sus pies hasta las rodillas unas botas de plata cubrían toda la tibia dejando la parte de atrás de su pierna al descubierto. Dnseter era el único que seguía en pie. Sus músculos no podían fatigarse en lo absoluto, ergo, él no conocía lo que era el cansancio fue por eso que seguía en pie tan tranquilo, tan relajado. Su cabello era castaño oscuro y estaba bastante despeinado. Sus manos estaban cubiertas por guantes de cuero de behemoth que llegaban hasta su muñeca. Estos guantes tenían partes de mitrilo en los falanges y sobre los nudillos. En su antebrazo derecho había un tatuaje, una especie de llave con un par de alas a los lados, el escudo de armas de Jupiter. Su torso tan solo tenia dos correas que formaban una equis en su pecho, tenía un pantalón del mismo material que sus guantes y unas botas de metal negro extremadamente pesadas, pero no para él.  Gal solo poseía un poncho largo color rojo, y unos pantalones negros, estaba descalzo también.
-¿Quisiera que me explicaran, que me dijeran donde estoy y por qué sigo con vida? -dijo Manz sin mover sus labios.
-Muy bien vagos de mierda, ya durmieron mucho -respondió Gal- Estamos en el monte Eternia, en Minos
-¿Cuanto? -preguntó Raidkonnen con una voz gutural.
-Casi 360 años -respondió Gal con normalidad.
-¿Solo trescientos años? -preguntó Manz sin mover sus labios.
-Si, solo trescientos, tiempo suficiente para que todo cambie rápidamente. -contestó Gal.
-¿Y Jacqy? ¿Está viva? -preguntó Kathe con una dulce voz
-Preguntas estupideces -se apresuró a responderle Raidkonnen- es una Vir, ¿Qué esperas?
-Callate Raidkonnen de mierda, no estaba hablando contigo
-Ven a callarme pues -le contestó desafiante Raidkonnen
-¡Callense los dos! -gritó Fran- Pasan 3 siglos y ustedes siguen peleando. Jacq está bien, acaba de abrir la puerta de Gauf. Se ha vuelto más fuerte.

Raidkonnen se sobresalto. Aquella puerta llevaba directamente a su reino fue entonces cuando cayó en cuenta de que todo su atuendo había cambiado, esa no era la ropa que tenía hace tres siglos, aquella ropa le pertenecía el dueño y gobernante del Tártaro. Se le hizo fácil sentir todas y cada una de las presencias del inframundo, todas las almas en cada uno de los círculos y cada unos de los comandantes de las legiones pero entre ellos no encontró ni a Baal ni a Basphomet. Manz comenzó a entonar una canción bastante suave, como para calentar sus dedos, Fran seguía mirando a Jacq a cientos de kilómetros. La nariz de Kathe había detectado la ausencia de un olor familiar y se apresuró a preguntarle a Gal.

-¿Qué pasó con Pixy? -preguntó Kathe.
-¿En verdad quieres saber? -preguntó Gal a lo que Kathe respondió moviendo la cabeza de arriba para abajo- Pues luego...
-Fue incinerado por las fuerzas de Zeal -contestó Fran quien había dejado de mirar a Jacq y comenzó a mirar al sur.
-¿Qué...? -dijo Kathe con una voz un poco quebrada.
-Fue hace unos doscientos años.
-Tengo que ir a Pixy ahora.

Extendió sus alas y salió disparada al sur. Manz la miró y se despidió haciendo un ademán.

-Yo iré con ella -dijo Fran- Hay cosas que tengo que hacer en el sur también.

Se puso de pie cerró los ojos. Las plumas de sus hombreras comenzaron a cubrir su cuerpo y este se encogía, se escucho un graznido, su boca fue reemplazada por un pico largo y finalmente un cuervo surcó el firmamento para acompañar a Kathe.

-¿Qué pasó en el Tártaro? -preguntó Raidkonnen.
-Fuiste ascendido. Ahora eres el Lord de las legiones Raidkonnen.
-¿Qué pasó con los demás? -inquirió Raidkonnen.
-No lo sé, no puedo entrar en ese reino. -contestó Gal.
-Tengo que apresurarme, no tienen que cerrar las puertas de Gauf.

Raidkonnen dió un salto, se envolvió en un manto negro y navegó por el cielo en dirección al bosque. Solo quedaban Dnseter, Gal y Manz. Dnseter no dijo palabra alguna. Miraba el pueblo con algo curiosidad. Manz seguía buscando un todo adecuado para su nueva canción: "La noche en que dejamos de ser de oro".

-¡Qué mal agradecidos! -exclamó- ¿Por qué no puedo volar?
-¿Este es Minos, verdad? -al fin preguntó Dnseter
-Aja -respondió Gal.
-Bueno, algo de cerveza y unas prostitutas para celebrar esta noche.

Y descendió por las escaleras hasta el pueblo.

-Bueno, solo quedamos tú y yo -dijo Gal refiriéndose a Manz pero este había bajado detrás de Dnseter.- Siempre me marginan.

Y descendió rápidamente para alcanzarlos.

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